Esta madrugada observaba a mi bebo mientras dormía. Recuerdos de sus primeros días de nacido invadieron mi mente. Es impresionante ver lo rápido que crecen y se forman.
De pronto sentí una presión en el pecho y me puse chillona. Las lágrimas salieron cuando recordaba los momentos en que lo lactaba. No hay duda que la conexión más especial que existe entre madre e hijo se llama lactancia. Ese momento es único y perfectamente diseñado para entrelazar el amor de ambos.
Mi bebo fue lactado por casi un año. Una mordida con cuatro dientitos y la rutina de mi trabajo hicieron que fuera abandonando el proceso poco a poco. La leche que producía fue mermando hasta que apenas salían unas gotitas.
Me hubiese encantado seguir lactándolo. Era loca con llegar del trabajo para pegarlo. ¡Lo sentía tan cerquita de mí!
Estoy melancólica porque va a cumplir dos añitos. Empieza la etapa de querer hacerlo todo solito y sin ayuda de mamá y papá. Esa independencia de la que carecía cuando apenas tenía dos meses.
Me tocará acompañarlo y ayudarlo a que aprenda a hacer todo solito. Confío en que, no importa cuán independiente lo crie, siempre existirá esa conexión especial.
Te amo, Coco.
©2012 – Lezeidarís Morales-Cruz para Ser Madre
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